Buena Noticia del domingo 5 de febrero

Evangelio según san Mateo (5,13-16):

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».

                                                                                                        Palabra del Señor

 

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Meditación de Benedicto XYI al Evangelio

La verdad misma siempre va a estar más allá de nuestro alcance. Podemos buscarla y acercarnos a ella, pero no podemos poseerla del todo: más bien, es ella la que nos posee a nosotros y la que nos motiva. En el ejercicio intelectual y docente, la humildad es asimismo una virtud indispensable, que protege de la vanidad que cierra el acceso a la verdad. No debemos atraer a los estudiantes a nosotros mismos, sino encaminarlos hacia esa verdad que todos buscamos. A esto os ayudará el Señor, que os propone ser sencillos y eficaces como la sal, o como la lámpara, que da luz sin hacer ruido. Todo esto nos invita a volver siempre la mirada a Cristo, en cuyo rostro resplandece la Verdad que nos ilumina, pero que también es el Camino que lleva a la plenitud perdurable, siendo Caminante junto a nosotros y sosteniéndonos con su amor. Arraigados en Él, seréis buenos guías de nuestros jóvenes. Con esa esperanza, os pongo bajo el amparo de la Virgen María, Trono de la Sabiduría, para que Ella os haga colaboradores de su Hijo con una vida colmada de sentido para vosotros mismos y fecunda en frutos, tanto de conocimiento como de fe. Benedicto XVI, 19 de agosto de 2011.

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Meditación de este Evangelio por Pablo d´Ors

Vamos en busca de la luz, sí, pero con frecuencia nos olvidamos de que nosotros también somos luz: no sólo de que la tenemos… ¡sino que la somos! Ahora bien, si esa lámpara que somos la tenemos oculta o escondida, si hasta nos hemos olvidado de que somos lámpara y nos hemos identificado con las sombras –y ello hasta el punto de no querer soltarlas, pues nos parece que nos perderíamos sin ellas–, entonces… ¿para qué vivimos?, ¿de qué y a quién sirve nuestro ser? Las tres tentaciones básicas son el poder, el tener y el aparecer. Sea por la vía de la ambición, de la avaricia o de la vanidad, todos estamos permanentemente tentados a vivir por debajo de nosotros mismos e ignorantes de nuestra condición.
Oración: Que nunca se aparte de mí la luz de tu rostro, Señor, y que se refleje siempre en el mío.
Acción: Sonríe para iluminar el rostro de quienes te miren hoy.»

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