El hombre moderno adolece de una grave superficialidad. No es capaz de profundizar en sí mismo, porque, en el momento en que lo intenta, se ve arrojado de su propio corazón del mismo modo que el mar arroja fuera de sí un cuerpo muerto. Un autor lo ha expresado muy elocuentemente: el hombre solo puede ser feliz si logra acceder al manantial de vida que brota en lo más profundo de su alma; ahora bien, al verse constantemente exiliado de su propio hogar, privado de su pro pía soledad espiritual, está continuamente dejando de ser persona. El poeta Khalíl Gibran dice: «Hablas cuando dejas de estar en paz contigo mismo. Y cuando ya no eres capaz de mora en lo más profundo de tu cora entonces vives pen diente de tus propios labios, y el sonido se convierte en diversión y pasatiempo».
¿Quieres una sencilla demostracción de hasta qué punto eres tú mismo víctima de esa crisis de profundidad? Comprueba si te sientes cómodo en medio del silencio. ¿Cuánto silencio eres capaz de soportar sin sentir el deseo compulsivo de hablar? Por supuesto que no es éste el único criterio para medir la profundidad, pero sí es un criterio bastante fiable.——- ————————————— –De los Ejercicios Espirituales online