
Si, pues, eres tú hechura de Dios,
deja obrar a la mano del artista
que hace todas las cosas a su debido tiempo.
Ofrécele tu corazón, suave y moldeable,
y conserva la figura que te ha dado el artista.
Que tu barro sea húmedo,
que no se endurezca y pierda la huella de sus dedos.
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Abandono a Dios,
San Irineo. Guarda el
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