Propósitos para esta Cuaresma: acercarse a la oración, dar limosna, ayunar, no considerar qué hacer para transformarnos a nosotros mismos, sino más bien desde el punto de vista de las decisiones de Dios para transformarnos.
Vemos la Cuaresma con demasiada frecuencia como una serie de resoluciones de Año Nuevo: abandonar un mal hábito, compartir más con los pobres, arraigar más en la oración. Pero la Cuaresma no es una cuestión de superación personal. La Cuaresma es un tiempo de conversión, durante el cual Dios trata con nuestra conversión. Nosotros no
La Cuaresma no es un proyecto de superación personal. Es más bien un tiempo para permitir que Dios nos transforme. Es el momento de la colaboración consciente con las gracias divinas, donde Dios dirige y seguimos, como un buen compañero de baile. Podemos elegir seguirlo o no, pero Dios siempre guía.
¿En un nivel concreto? La respuesta dependerá de cada uno de nosotros, de modo que una Cuaresma que siga a Dios debe basarse en la oración. Procuremos escuchar la voz de Dios, dejándonos sorprender por su llamada durante esta Cuaresma.
De Marina McCoy en dotMagis, el blog de IgnatianSpirituality.com