Hay un jardín…

Dijiste «sí»

 

y se detuvo el tiempo,
y tu seno de virgen
se estremeció gozoso
con la presencia ardiente
del Verbo de la Vida.

Dijiste «sí»

 

y tu vientre sellado
fue cuna y fue alimento,
fue canción, fue ternura,
fue sagrario y fue templo,
fue patena y altar.

Dijiste «sí»

 

y Dios se hizo silencio,
se hizo carne incorrupta
con pañales de sangre,
prolongación inmensa
de tu amor maternal.

Dijiste «sí»

 

y Dios te hizo mujer,
te hizo madre y esposa,
compañera y amiga,
redentora del hombre,
flor suprema del mundo.

Ángel González-Alorda Ayala, S.J.

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