Por aquel entonces salió una normativa de la Unión Europea que impedía la llegada de más refugiados y se dieron subvenciones a los estados para levantar muros y colocar concertinas en todas las fronteras. No había otra opción que embarcarse en una patera y huir porque en sus países parecía no haber futuro.
Joseph y Mery estaban entre el grupo de quienes emigraban.