Casi siempre estamos en otro sitio, estamos familiarizados con la ausencia y no con la presencia. Una leyenda medieval cuenta que Jesús atravesaba con sus discípulos una región y les salió al paso un hombre que le invitó a su boda. Jesús le dijo: ¿quieres que haga un milagro como en Caná? ¡No, no! No tendrás que hacer ningún milagro porque todo está a punto. Jesús se le quedaba mirando y le dice: creo que no voy a ir. Por fin le dice: mira iré si tú estás presente. Y relata él: yo recibí a muchos el día de la boda pero nadie estaba presente, ni yo estaba presente allí.
Basta estar presente para descubrir a Dios, si no le descubrimos es que algo se interpone. Basta una atención silenciosa. Añadir otra cosa es innecesario y puede crear confusiones.
Todo esto no llega de repente. El silencio es lo natural de la vida y lo natural es bastante lento.
J.F.Moratiel